San Juan Bautista, contemporáneo de Jesús, es considerado el precursor del Mesías y el último profeta del Antiguo Testamento, pues anunció la llegada inminente del Salvador
San Juan pasó 20 años viviendo en el desierto para habituarse a la soledad, el ayuno y el silencio hasta que, cumplida su penitencia, bautizó a Jesús a orillas del río Jordán. Inquietó tanto a las autoridades que Herodes Antipa mandó detenerlo. Murió decapitado en la cárcel.
El nacimiento de San Juan Bautista se incluye entre los tres únicos que celebra la Iglesia: el de Jesús, el de María y el de San Juan por haber sido santificado en el seno de su madre, Santa Isabel.
En nuestra diócesis hay 83 parroquias con la advocación a San Juan. Muchas de ellas celebran esta fiesta con mucha devoción.
En la catedral de Lugo, existen numerosas manifestaciones de su figura lo que pone de manifiesto la secular veneración del pueblo de Lugo a San Juan Bautista.
Basándonos en el artículo sobre la iconografía de San Juan Bautista en la Catedral de Lugo del director del Museo diocesano catedralicio, Marcos Calles, que fue publicado en la revista Mazaricos, recogemos alguna de ellas.
En la catedral de Lugo una de las capillas del deambulatorio (s. XIV) está dedicada a su figura. La estructura de la capilla conserva la planta gótica, aunque con ciertas mutaciones en su interior (las vidrieras y el sepulcro de Carlos de Sangro (s. XVII). El retablo es de factura moderna y San Juan Bautista es su principal imagen. No se puede confirmar la autoría de la pieza, aunque algunos autores señalan como su autor al maestro Francisco de Moure.
En la escultura aparece San Juan tal y como nos lo describe la Biblia “Juan tenía una túnica de pelo de camello, y se alimentaba con langostas y miel silvestre” (Mateo 3, 4). La representación mística de Juan el Bautista se presenta como un anacoreta junto a un árbol tallado sobre un fondo que evoca la naturaleza, sin que aparezca ninguna mención al bautismo de Jesús de Nazaret. Destaca lo detallado de la piel de camelo de su túnica y el cinturón de cuero que relatan los Evangelios, así como la cruz de caña y lo deteriorado de su físico, por su vida austera, lo que habla del naturalismo imperante en la época de ejecución de la pieza.
También aparece su figura en el retablo de Cornielles de Holanda, situada por Agustín Baamonde encima de la Circuncisión de Jesús y anexa al Nacimiento de la Virgen María, compartiendo el cabecero sur con las imágenes de la Epifanía, la Natividad y la Anunciación, todo coronado por la Virgen María, dedicación de esta Basílica.
San Juan aparece bautizando a Jesús, y se le representa con una túnica de piel de camello, en un paisaje de la zona de Betania en las orillas del río Jordán, siendo testigos varios ángeles y una mujer.
La imagen de San Juan en el coro se sitúa en la silla del deán. Francisco de Moure lo representa parcialmente vestido también con una túnica de piel de camello, con los brazos, torso y pies al descubierto, enmarcado en plena naturaleza. Es destacable la presencia de gentío que representa a los sacerdotes, levitas y fariseos que fueron en busca de respuesta a San Juan. La iconografía muestra una vara encendida en su mano izquierda así como una cuidada representación del “Cordero de Dios” con todas sus extremidades puestas sobre las escrituras; un báculo terminado en cruz.
Finalmente, en las pinturas de la bóveda de la Capilla Mayor, obra de José de Terán,
San Juan se localiza en la zona derecha de la bóveda, a la izquierda de la representación central de Dios y debajo de Moisés, fácilmente visible por las dos tablas con los Mandamientos. Se repite la iconografía utilizada tanto por Cornielles de Holanda como por Francisco de Moure, con San Juan Bautista parcialmente desvestido, con un báculo o vara y la representación del cordero arropado por su brazo izquierdo. Se distingue el manto de color avellanado que cubre su pierna derecha.
En el museo diocesano también encontramos una escultura de San Juan representado con un cordero blanco a sus pies y que también descansa sobre las escrituras. Es una pieza del s. XVII, de madera de castaño, y proviene de la parroquia de San Xoán de Pena.
Encontramos también un portapaz, utilizado para dar el beso de la paz en la misa, con San Juan representado y que incluye el emblema “non surrexit maior”, referencia al Evangelio de San Mateo “non surrexit inter natos mulierum maior Iohane Baptista” (Mateo 11, 11). El portapaz metálico procede de la parroquia de San Vicente de Ver (Bóveda, Lugo).
Maria José Campo