En la iglesia parroquial da Nosa Señora das Dores de Lalín (Pontevedra) el Obispo de Lugo, monseñor Alfonso Carrasco, presidió este pasado viernes, 30 de diciembre, un funeral por el eterno descanso de los siete fallecidos en el trágico accidente de autobús ocurrido en Nochebuena en el municipio pontevedrés de Cerdedo-Cotobade.
En su homilía, el Obispo, "sintiendo como propias estas muertes" afirmó que "presentamos a estos hermanos nuestros a Dios y pedimos vida y esperanza para nosotros y para cada uno de ellos; pedimos misericordia, perdón por sus pecados y todos los bienes que en este mundo son deseados, más o menos claramente". Además, don Alfonso recordó que "en el fondo del corazón de cada uno de nosotros hay una llamada, un dolor que solo se consuela invocando a Dios y escuchando su respuesta. Podríamos preguntarnos '¿cómo ayudo a este ser querido si ya se ha separado de mí?, ¿cómo ayudo a mi familia que sufre este dolor?' Nuestros medios son insuficientes y, como decía la primera lectura, reconocemos nuestra limitación e invocamos a Dios".
Durante su reflexión, don Alfonso recordó que "debemos pensar, ante todo, que el Señor escucha siempre a quien lo invoca y cuando el dolor es grande, la invocación es grande y Dios conoce, mucho mejor que nosotros mismos, el dolor del corazón, ese clamor silencioso que va por dentro del alma, que resuena en lo íntimo, que tampoco vas diciendo por todas partes, Dios lo escucha". En este sentido, monseñor Carrasco, aludiendo al pasaje evangélico de la resurrección de Lázaro, leído en la Eucaristía, y recordando a los fallecidos en el accidente del Lérez, dijo que "podemos pensar que aquella invocación profunda que surgía del corazón de Lázaro y María también surgía del corazón de estas personas que afrontaban esos momentos difíciles y, que desde el fondo del corazón, con palabras o sin palabras, con claridad o con angustia, habrán invocado y pedido ayuda a Aquel que podía escucharlos. Todos los que sufren, claman y nuestro Señor no pueden escucharlo; sabemos que Él no podría no escucharnos: el profundo grito de la humanidad que sufre, el Señor lo escucha."
Además el Obispo señaló que "este accidente tuvo lugar en la Nochebuena y esto puede servirnos a nosotros para entender que el Señor quiere nuestra vida: Él es el creador nuestro, es nuestro padre, ha creado la vida y quiere salvarla. Él no creó al hombre para que muriera sino para que viviera. Es verdad que en este mundo hay demasiadas limitaciones y nuestra vida no se sostiene solo en este mundo pero Dios no nos creó solo para permanecer en los límites de este mundo sino para vivir." En este sentido, don Alfonso recordó que "al decir Jesús «yo soy la resurrección y la vida» nos muestra quién es Dios de verdad, qué nos ofrece y en quién podemos confiar: Él es aquel que no ha desdeñado ser igual a nosotros, que no ha desdeñado nuestro destino ni pasar por la muerte porque nunca tuvo miedo de que se destruyese el camino de la vida, la relación con el Padre, el futuro de gloria. Jesús pasó por tiempos oscuros pero trajo un punto más para que nosotros, cuando hagamos el tránsito por una cañada oscura, no tengamos miedo."
"Pedimos que el Señor que haya cogido a estos hermanos nuestros de la mano y los haya acompañado al Padre", dijo monseñor. "¿Qué mayor bien podríamos tener que estar de pie ante quien fallece y poder decir 'no tengas miedo porque yo soy la resurrección y la vida; no tengas miedo, el que cree en mí vivirá para siempre'?. Pues estamos seguros y ciertos de que ese es Jesús, el Señor de la vida, más grande que este mundo y más grande que todos los límites de la muerte."
Don Alfonso concluyó su homilía asegurando que "no acierta quien dice que el ser humano es poca cosa, que se muere y se pierde; no vence aquel que dice 'por vosotros, daría mi propia vida y por vosotros y por vuestra salvación yo bajo del cielo y hasta el fondo de los infiernos: por vosotros y por vuestra salvación'. Por eso hay que negarse, a toda costa, a esa ilusión que afirma que nuestra vida se termina y que la muerte oscurece la vida y rompe todo horizonte. Por eso, afirmemos hoy para estos hermanos nuestros por los que ofrecemos esta Eucaristía y también para nosotros, para nuestras familias, que la vida es más grande. Cuidémonos los unos a los otros, cuidemos nuestra vida y nuestro corazón y cuidemos también nuestras familias."
Autoridades presentes
A la Misa de funeral acudieron familiares y amigos de los cuatro vecinos dezanos que perdieron la vida en el río Lérez. El acto contó también con la presencia de los representantes políticos: en representación de la Xunta de Galicia estuvieron presentes el conselleiro de Educación y Cultura, Román Rodríguez, y la directora xeral de Xuventude, Cristina Pichel y, además, los alcaldes de Cerdedo-Cotobade, Jorge Cubela; de Lalín, José Crespo; y de Agolada, Luis Calvo. Asimismo, también acudieron miembros del gobierno municipal y representantes de la corporación municipal de Lalín. .
Este funeral, organizado por la Diócesis de Lugo, es el único acto de estas características que se ha realizado en Galicia. Durante la semana ha habido otros actos como los minutos de silencio organizados por los el Concello de Lalín, Cerdedo-Cotobade y el de O Carballiño. Además de la emotiva y multitudinaria despedida que brindaron los vecinos de Carmoega (Agolada) a Mercedes Castro.