Han sido muchas las personas que a lo largo de los siglos y a través de diversos estilos arquitectónicos nos han dejado este legado impresionante. La herencia artística es importante, pero más aún lo es la espiritual: las piedras, las tallas, las pinturas…nos hablan de la fe en Dios de nuestros antepasados.
Esta Catedral posee el privilegio de tener Exposición permanente de la Eucaristía en su altar mayor desde tiempos inmemoriales. Es un lugar eminentemente eucarístico, donde Cristo nos acompaña con una PRESENCIA REAL día y noche. En su contemplación se ha expresado nuestra fe desde siempre, como se puede ver en el lema que corona el altar.
La Catedral es el fruto de numerosas intervenciones que se han ido produciendo a lo largo de los siglos.
No conservamos ningún dato acerca de la primera basílica, pero sí tenemos constancia de que en el siglo V Lugo era sede metropolitana. La conquista musulmana supuso, entre otras cosas, que ésta y otras iglesias de la diócesis fuesen profanadas y destruidas y sabemos que el obispo Odoario, en el siglo VIII, refundó el templo del Señor y lo dedicó a Santa María.
La Catedral de Odoario dio paso a una nueva en el siglo XII, dedicada a la ASUNCIÓN DE SANTA MARÍA, venerándose como patrona de la ciudad y de la Diócesis bajo la advocación de «VIRGEN DE LOS OJOS GRANDES».
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