Início / Menu Diócesis / Noticias

Entrevista Javier Gómez Darriba


Recientemente el doctor en Historia de Arte, Javier Gómez Darriba, publicó el libro “Entre la orden del cister y los condes de Lemos. La construcción de puentes en la diócesis de Lugo durante la primera mitad del siglo XVII”. Es un libro financiado por la diócesis de Lugo, a través del departamento de patrimonio Histórico Artístico.

Reproducimos un extracto de la entrevista a este autor en la que hablamos sobre este libro, del extenso artículo sobre la iglesia de Montefurado, y sobre otras investigaciones en las que está trabajando. Puedes escuchar la entrevista completa en el enlace final.

  • Javier, ¿Qué vamos a encontrar en este libro?

Bueno, su título creo que es bastante acertado porque aunque puede parecer que vamos a hablar de la construcción de puentes, que obviamente así es, de lo que más se habla en él es de una serie de arquitectos que tenían dos títulos, digamos simultáneamente: el título de arquitectos de los Condes de Lemos, y se ocupaban de diseñar y construir todos aquellos bienes, iglesias, fortificaciones que tenían los Condes de Lemos en Moeche, Sarria, Vilalba, y en Monforte, por supuesto, y al mismo tiempo eran los encargados de diseñar y también dirigir obras en diferentes monasterios de la orden del cister en Galicia. Concretamente se habla mucho, además, aportando datos nuevos sobre la construcción de Oseira, Montederramo, Monfero, Sobrado, etcétera. Y, aparte de todo esto, se ve cómo esos arquitectos o esos discípulos diseñaron y dirigieron la construcción de muchísimos puentes en la diócesis de Lugo en un momento muy concreto, en el que había muchísimas lluvias, es decir, muchísimas inundaciones que destruyen viejos puentes que a veces eran de madera, y que entonces se deciden hacer definitivamente de piedra, algunos ya lo eran, y, por suerte todos perviven hasta hoy.

  • Puentes, entonces, que sobrevivieron a los siglos…

Sí, sobrevivieron a los siglos. Lo que no sobrevivió, y esperemos que este libro contribuya, es la leyenda, a veces interesada, de que esos puentes eran romanos o medievales. La bibliografía siempre defendía que eran o romanas o medievales, y así lo decía la señalización oficial. Pero después uno va a esas fuentes romanas o medievales y no encuentra ninguna reseña de que por allí hubiera un puente. Puede que hubiera un camino, pero que hubiera un camino no significa que hubiera un puente, porque había barqueros antes de hacer los puentes. Un ejemplo es el puente de Carracedo en Láncara, se aportan planos originales de 1631 y si uno compara ese plano y el puente 400 años después, ve que es lo mismo.

Hay que acabar con ese falso mito que en su día fue muy interesado, pero también absurdo, de que por tener un puente romano o por tener un puente medieval somos mejores que por tener un puente del siglo XVII que ya es antiguo de por sí.  

  • ¿Qué es lo que más te llamó la atención en la investigación?

La construcción de los puentes en aquella época es un tema interesante, porque digamos que había un pleito, pero había una construcción y había unos peritajes. Entonces, claro, ver cómo esos peritos van a Carracedo hace 400 años, describen cómo era el pueblo, cómo era el puente, cómo era el río, la crecida, la gente que moría en ese puente, etcétera, es algo muy interesante. Pero a mí, como historiador del arte, lo que más me interesó es la importancia de arquitectos de la talla de Simón de Monasterio o de Fray Bernardo Gómez, que fue el primer arquitecto cisterciense, y al mismo tiempo, conocido en época moderna en Galicia, para mí es interesante descubrir el papel que jugaron no solo en la construcción de puentes sino en otras construcciones que hasta ahora no se conocían.

  • También, hace unos meses, publicaste un artículo sobre Montefurado, en la zona de Quiroga.

De ese capítulo estoy francamente contento. Fue una apuesta también, además, directísima de la propia delegación de patrimonio de la diócesis de Lugo, porque también coincidió con la custodia y mejora de una serie de piezas y también coincidió con la firma del convenio que tiene la diócesis con la Xunta, para la apertura de la iglesia de Montefurado para la atención de los peregrinos que pasan por allí. Y, la verdad, merece mucho la pena ese trabajo porque yo, lo que tengo clarísimo y que defiendo en este capítulo, es que de toda la Ribeira Sacra, Montefurado constituye la joya del barroco, o la joya del  XVIII. Igual que Monforte tiene grandes cosas, del siglo XVII sobre todo, Montefurado es sin duda la joya del XVIII en la Ribeira Sacra.

 Es una iglesia que podríamos definir como una pequeña catedral, es un templo impresionante que domina aquella pequeña población, pero importante porque quien patrocinó la iglesia era el señor de Montefurado, José Nicolás de Quiroga, de la familia de los Quiroga. Esa persona tenía, digamos, también una jurisdicción. Y tenía el derecho de elegir a quien quería colocar como cura párroco. Y el cura párroco era su tío. Y después de él sus descendientes, en apenas 50 años, hicieron todo. Con lo cual es una iglesia muy contundente, muy unitaria, a nivel estilístico, porque es una obra que se realiza en 50 años.

  • Es sorprendente, porque por fuera, la iglesia de Montefurado, parece como una cosa oscura, sin embargo, por dentro es preciosa.

Sí, por fuera parece una iglesia castellana, porque esas iglesias de la zona de A Rúa, de la zona de Valdeorras, que es limítrofe, etc., ya tenían un carácter, digamos, berciano, en lo que es su arquitectura, pero por dentro es una iglesia, tanto en el nivel arquitectónico como a nivel sobre todo retablístico, impresionante. Hay muchos retablos de la iglesia que, aunque no sabemos quién fue el autor, si pude ponerles fecha. Por ejemplo, el retablo mayor de esa iglesia de Montefurado, dedicada a San Miguel, y un retablo de la Colegiata de Villafranca del Bierzo, son idénticos. No se sabe quién los hizo, yo pienso que fue algún artista castellano leones, más que gallego.

ESCUCHA AQUÍ la entrevista íntegra a Javier Gómez Darriba