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Celebración de Vida Ascendente


El 3 de febrero en la Parroquia de San Francisco Javier, el Obispo de Lugo, Mons. Alfonso Carrasco Rouco presidió la Celebración de Vida Ascendente.
Vida Ascendente es un movimiento laical de jubilados y mayores para crecer en la fe, fomentar la amistad y ser miembros activos de la Iglesia y de la sociedad.

En el Evangelio de la fiesta de la Presentación del Señor (Lc 2, 22-38) que hemos celebrado el pasado domingo, el evangelista nos presenta a dos personajes muy importantes: Simeón y la profetisa Ana, ambos eran de edad avanzada; quienes, después de ‘haber visto al Salvador’, nos muestran cómo viven este encuentro con Jesucristo: Simeón alabando a Dios con un precioso himno que se reza en las Completas, y Ana, hablando del niño a todos los que esperaban la redención en Jerusalén. 

En el marco de esta alegría propiciada por el encuentro con Jesús en Simeón y Ana, que recordamos en la fiesta de la Presentación del Señor, se lleva a cabo la celebración de Vida Ascendente.

El Obispo de Lugo estuvo acompañado en la Eucaristía de Jesús Aira, párroco de San Francisco Javier; y de Daniel Gil, párroco de Santiago A Nova y consiliario de Vida Ascendente.

 

En su homilía, Mons. Alfonso Carrasco comenzó resaltando la importancia a que tiene la Palabra de Dios dentro del movimiento Vida Ascendente: “La escucha y el compartir la Palabra de Dios que vosotros hacéis es como la del Evangelio. Jesús es la Palabra de Dios hecha carne, todas las profecías del Antiguo Testamento tienen su plenitud y cumplimiento en Jesús.”

Acerca de la primera lectura (Hb 11, 1-2. 8-19), resaltó la importancia “de recordar a los héroes del Antiguo Testamento que habían hecho cosas magnificas, como Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel, y los profetas, de éstos últimos, nos dice la Carta a los Hebreos que el mundo no era digno de ellos. El mundo, maltratado, no era digno de ellos, aun así, no llegaron al final porque Dios tenía algo preparado en Jesús.

“Dios creó el mundo, y no al revés, nosotros no nos hemos ‘inventado’ a Dios; su Palabra ilumina el mundo, y no es al revés; el hombre cuida y da forma al mundo, no al revés, no es el mundo el que forma el corazón.”

Continúa hablando de las profecías del Antiguo Testamento: “La Palabra de Dios se entiende solo con Jesús, de no ser así, es muy difícil entenderla, ya que nos encontramos con profecías cómo el oráculo del Emmanuel de Isaías, o el Siervo sufriente, que solo se entienden iluminadas por Jesucristo.”

“No es el mundo quien debe gobernar el corazón del hombre, si tenemos la luz de Cristo, podemos iluminar el mundo.”

Acerca del Evangelio (Mc 5, 1-20), nos recuerda que “la Palabra de Dios puede alejar una legión entera de demonios. Si la Palabra de Dios fue suficiente para liberar al hombre endemoniado del Evangelio ¿qué no hará en nosotros? Éste era un hombre que tenía que vivir encadenado, sin embargo, la Palabra de Dios lo libera y lo salva. Tenemos en instituido el sacramento del perdón de los pecados, que nos libera del pecado y los perdona. Al hombre del Evangelio lo libera la Palabra de Dios, es decir, Cristo, la Palabra hecha carne, lo hace posible a través de una palabra, de una conversación.”

“Si está dentro de nosotros la simiente del Evangelio, la Palabra puede hacer cosas que nuestras fuerzas no pueden. Si Jesús brilla en nuestros corazones, puede liberarnos. Podemos llevar a Cristo en nuestro corazón, a través de la comunión en la Eucaristía, nuestra fe nos dice que es así.”

Refiriéndose a Vida Ascendente, decía Mons. Alfonso Carrasco: “La escucha de la Palabra de Dios nos ayuda a vivir tranquilos, fuertes y felices. La Palabra de Dios tiene la capacidad de hacer cosas más allá de nuestras fuerzas. Valoremos el testimonio mutuo, sobre todo, cuidemos las palabras, procuremos hacer el bien con ellas.”

Además, invitó a los asistentes “a confiar en Dios todos los días, en Vida Ascendente tenéis esa conciencia: cuidar el cariño y el cuidado mutuo, recordando lo que dice el Apóstol Pedro en una de sus cartas ‘la caridad cubre multitud de pecados’ (cfr. 1Pe 4, 8), esta caridad cubre nuestros pecados, la caridad nos viene de Jesús.”

Al finalizar la celebración eucarística, Mons. Alfonso Carrasco felicitó a las más longevas del grupo de Vida Ascendente: Angelita e Irene, quienes tienen 90 años y Marina, de 96. Además del saludo y la felicitación entregó un presente de parte de toda la comunidad de Vida Ascendente.