El día de ayer fueron clausuradas las Jornadas Abiertas de Teología en su trigésimo novena edición. El ponente de la tercera conferencia fue Raúl Orozco Ruano, sacerdote de la Archidiócesis de Madrid, Secretario General de la UESD, Profesor numerario de la Facultad de Teología. En su intervención, Raúl Orozco expuso el significado y la actualidad teológica del Concilio de Nicea.
El tercer y último día las Jornadas Abiertas de Teología, dedicadas al 1700º aniversario del Concilio de Nicea (325), fue presidido por el Obispo de Lugo, Mons. Alfonso Carrasco, acompañado del ponente, Raúl Orozco Ruano; y de Carlos Jesús Sánchez Márquez, profesor del Instituto Teológico Lucense.
Raúl Orozco es Licenciado en Teología Dogmática por la Universidad Eclesiástica de San Dámaso, y Doctor en Teología Dogmática por la Rheinische Friedrich-Wilhelms-Universität Bonn; además, en sus años de seminarista, fue alumno de D. Alfonso, quien impartía la asignatura de Introducción al Cristianismo durante su etapa de profesor en la UESD.
El planteamiento de Raúl Orozco para conocer el significado y la actualidad teológica del Concilio de Nicea es una vuelta al origen, a la pregunta que hace Jesús a sus discípulos: ‘Y vosotros, ¿Quién decís que soy yo?’ (Mt 16,15).
La respuesta de Pedro a esta pregunta constituye una confesión de la fe apostólica: ‘Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo’ (Mt 16,16). Esta respuesta tiene una doble dimensión. Responde:
- El misterio de su persona, la filiación / quién es [Ontología]
- El misterio de su obra, la salvación / qué hace [Soteriología]
La confesión de parte de los apóstoles está presente en Mt 16, 13-18 y en los paralelos de Lc 9, 18-21; Mc 8, 27-30. El texto de este episodio ofrece dos respuestas a la pregunta de quién es Jesús:
- Las que vienen de la carne y de la sangre: Juan Bautista, Elías, un profeta.
- La que viene del Cielo: El Mesías, el Hijo de Dios vivo.
Hoy en día nos encontramos también con respuestas reduccionistas sobre quién es Jesús, queda reducido a un sabio, un maestro de moral, un líder o guía espiritual, un revolucionario, etc… la respuesta de la fe es la respuesta del Concilio de Nicea: ‘tú eres el Hijo de Dios’. Esta respuesta viene de la fe.
Raúl Orozco quiso explicar bien este título de ‘Hijo de Dios’, decía: “ésta es la categoría interpretativa fundamental de la figura de Jesús” Destacaba también la oración de Jesús: “la oración de Nuestro Señores el lugar donde se daba el lugar de su relación especial y única con Dios, a quien llamaba Abbá, esto impactó a los discípulos, quienes le pedían al Maestro, ‘enséñanos a orar’, es decir, haznos partícipes de tu relación con Dios, dicho de otra manera, que podamos ser hijos en el Hijo.”
Puso de relieve la actualidad de la respuesta a la pregunta sobre quién es para nosotros Jesús: “el seguimiento radical de Jesús depende de esta respuesta, es la actualidad de la fe en Cristo, Él es la salvación en persona. Jesús, el Emmanuel, ese Dios con nosotros, cuando la esperanza la hemos puesto en Cristo, la salvación ha llegado a los hombres.”
Otro punto importante de la ponencia fue la relación entre la Sagrada Escritura y el dogma. “El dogma es la interpretación de la Escritura. Para entender correctamente la Escritura hay que leerla en la fe de la Iglesia, Nicea es la interpretación de la Escritura. La Biblia narra lo sucedido, el dogma muestra el rango de lo sucedido al desvelar la raíz última del acontecimiento antes mencionado: que Dios se ha hecho hombre; que Dios es Uno y Trino, Padre, Hijo y Espíritu Santo.”
La gran aportación de Nicea, “decir que Cristo es consustancial al Padre. No hay diferencia entre el rango ontológico entre Padre e Hijo, decir que Jesús es Hijo de Dios no es lenguaje simbólico o figurado, sino comprender la palabra ‘hijo’ en su grado máximo, es decir, literalmente.”
“¿En qué consiste nuestra salvación? Dice San Ireneo: ‘El Verbo de Dios se hizo hombre y el Hijo de Dios se hizo Hijo del hombre para que el hombre, unido íntimamente al Verbo de Dios, se hiciera hijo de Dios por adopción’, esta capacidad comunicativa de Dios está reflejada en su ser trino.”
Además de la pregunta inicial sobre la identidad de Jesús, el ponente planteó otra pregunta: ¿quiénes somos y qué somos para Dios? Para responder a esta pregunta, Raúl Orozco propone: “el hombre es la única criatura de Dios querida por él mismo, fuimos creados a imagen y semejanza, esto es, creados en, desde y para Cristo; es decir, fuimos hechos por Dios pensados con la vocación de ser hijos suyos”, esta respuesta se esclarece a la luz del Misterio de la Encarnación: es Dios quien nos precede, como nos enseña el Concilio Vaticano II en Gaudium et Spes 22:
“el misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado. Porque Adán, el primer hombre, era figura del que había de venir, es decir, Cristo nuestro Señor, Cristo, el nuevo Adán, en la misma revelación del misterio del Padre y de su amor, manifiesta plenamente el hombre al propio hombre y le descubre la sublimidad de su vocación.”
En conclusión: “el significado y la actualidad teológica de Nicea es la vocación a la que Dios nos llama, a ser hijos de Dios.”
Después de la ponencia, el Obispo de Lugo, en unas palabras conclusivas, destacó la importancia de la labor de estudio e investigación teológica al servicio de la fe: “La fe piensa, necesita pensar: dialoga y aprende. La fe es sencilla, necesitamos trabajar sobre una fe que al final de cuentas no es tan trabajosa, la fe se recibe y tiene un punto de sencillez. En aquellas discusiones filosóficas complejas del Concilio de Nicea, que exigen esfuerzo y pensamiento, había gente cierta, todos entendían el significado de la palabra ‘Hijo’. Poder decir que es Dios quien me amó y se entregó, verdaderamente me amó. La belleza de la fe es, Dios quien me ha amado a mí. Dios es amor y el amor es la verdadera ley de la vida.”
Abraham Avila