El obispo de Lugo presidió la peregrinación a la capilla del Divino Ecce-Homo de Rubián, templo jubilar, en la que participaron más de 300 feligreses de las parroquias de Rubián, Oural, O Incio y Bóveda.
La jornada comenzó con la celebración del perdón y, posteriormente, la Eucaristía, en la que concelebraron los sacerdotes de la zona: José Miguel Vázquez López, José Luis González Regueiro y Julio Fernández Doval, y que contó con la interpretación del Coro Interparroquial de San Xosé Obreiro de Oural.
En su homilía, Mons. Alfonso Carrasco, retomando las lecturas recordó que Dios escucha los sufrimientos y los anhelos: “Ve los corazones y los escucha. Y nosotros lo sabemos porque bajó a liberarnos, y esa es nuestra fe. Y caminamos peregrinos confiados en ese Dios, sabiendo a donde vamos porque tenemos una esperanza inmensa y una meta”.
Continuó diciendo que cada vez que vemos una Cruz, o el divino Ecce-Homo, recordamos que es el amor de Dios el que nos da esa confianza.
En referencia al jubileo explicó que está unido al misterio del perdón y de la indulgencia, un perdón no solo del pecado sino de todas las deudas unidas a él, y que representa una oportunidad de redención y agradecimiento: “Hay que tener confianza en la misericordia de Dios. Podemos pedirle al Señor hoy perdón e indulgencia de corazón. Cada uno debe de hacerlo por sí mismo, mirando por sí y, después también podemos pedirle que nos conceda tener gente cerca que sea buena, que nos ayude de verdad, que sepa iluminar un poco el corazón, que sepa revivir nuestra fe para hacer mejor el camino como peregrinos de la esperanza. Hay que pedir al Señor esta gracia, que aumente el bien en nuestra vida y perdone nuestros males”.
María José Campo