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Charla con Mª del Valle Camino


La delegada Internacional de la Unión Eucarística Reparadora, Maria del Valle Camino, está en Lugo estos días acompañando a la Superiora General de la Congregación que está visitando la comunidad de las Misioneras Eucarísticas en nuestra diócesis.

Charlamos con ella sobre la UNER que engloba distintos ámbitos o ramas de laicos y consagrados, sobre su fundador, San Manuel González, y el carisma de esta orden que, como ella misma nos contó, es dar y buscar compañía a Jesús Sacramentado. “¿Es una entrevista propiamente dicha o más bien una conversación?– me pregunta- es para ponerme en situación”. A lo que le respondo que una conversación. Al final una servidora es muy consciente de que no puede evitar compartir también ideas en el transcurso del encuentro. Así que, ella más tranquila y yo menos culpable, al haber confesado mis debilidades periodísticas, ponemos la grabadora en marcha. Os invitamos a escuchar íntegramente “la charla” o a leer un extracto de ella. Aunque también, ya que “estamos de confesiones”, he de decir que tanto más interesante ha sido lo que hemos compartido fuera de micro como lo que se dice ante él. Por eso tengo la esperanza de que en alguna otra ocasión se anime a alguna otra colaboración. 

AUDIO: conversación con la delegada Internacional de la UNER, María del Valle Camino

  • María del Valle Camino. Bienvenida a la ciudad del Sacramento.

Muchísimas gracias, un placer estar aquí.

  • Es un lugar muy propio, la ciudad del Sacramento, para vosotras que sois misioneras eucarísticas.

Estamos en un lugar ideal para poder compartir un poquito la fe.

  • ¿Qué es la UNER? Porque yo a veces me lío con lo que abarca

Sí, es lógico. La UNER, lo que significa, es unión eucarística reparadora.

Esta es la rama fundada por San Manuel González, la rama de los laicos, y a su vez la UNER como que tiene distintos ámbitos o ramas propiamente también. Dentro de la rama de los laicos, están las Marías del Sagrario y los discípulos de San Juan, que son la rama de adultos de la Unión Eucarística Reparadora.

A su vez, están los Niños Reparadores y también está la juventud eucarística reparadora. Toda esa familia, digamos en sí, de la UNER es la rama laical, pero dentro de la UNER está insertada una familia eucarística reparadora a la que pertenecemos las Misioneras Eucarísticas de Nazaret y la rama de consagradas seglares.

  • ¿Cuál es vuestro carisma?, la intención con la que San Manuel González funda vuestro instituto.

Bueno, al principio él fue muy novedoso, visto desde hoy, en cuanto que él primero fundó la rama laical, una asociación, un movimiento laical y del cual brota la congregación. Normalmente hoy en día es casi al revés. Primero o durante un tiempo determinado se fundaba una congregación y de la congregación brotaba los laicos para la extensión. Pues no fue así para San Manuel

Él puso los ojos en los laicos como personas que se lanzan al mundo, a los caminos. Y brota un carisma en la iglesia después de que San Manuel tuviera un contacto con Jesús en un sagrario abandonado, en Palomares del Río. Él se encontró con un Jesús totalmente abandonado, no lo esperaba porque fue a dar una misión pero no fue nadie, ni esperaba nadie, y en ese lugar, en ese momento, recibe una gracia, un carisma.

Normalmente los carismas pues son en la iglesia como teselas de un gran mosaico que vislumbran la iglesia y el Reino de Dios, y entonces brotan. Y este carisma brotó ante la carencia social y eclesial de algo que era urgente, necesario. Lo que pretende el carisma de San Manuel González es dar y buscar compañía a Jesús en la Eucaristía. Con lo cual se perciben las dos vertientes, uno el dar, la vida contemplativa, la vida de adoración, la vida de permanencia con el Señor y, por otra parte buscar, salir, anunciar, misionar, atraer para llevar al Señor todos aquellos que nos vamos encontrando.

Una vez que se acercan al Señor intentamos desde el propio carisma “eucaristizar” la vida, el ambiente donde una María del Sagrario, un discípulo de San Juan, una Misionera Eucarística se encuentra. Eucaristizar, es decir, impregnar de amor eucarístico todo su corazón y toda su vida para atraer al Señor que es realmente la fuente de nuestra felicidad y nuestra alegría.

  • Entonces, ¿estáis en todas partes?

Sí, lo intentamos, no somos el Espíritu Santo, pero no hay ámbito donde nosotras y nosotros, la obra de San Manuel, no pueda estar. En el Sagrario, en la Eucaristía propiamente, porque la obra de San Manuel no se limita solamente al Sagrario como lugar de permanencia, presencia permanente, o en la custodia expuesto preciosamente como lo tenemos aquí en esta catedral, sino que en la obra de San Manuel es el misterio eucarístico en su totalidad. Intentamos ayudar al pueblo de Dios a conocer la celebración de la eucaristía, vivir la celebración, participar de la celebración, gozar de la celebración.

  • ¿Cómo llega María del Valle a las misioneras eucarísticas?, es que tengo muchísima curiosidad.

Yo también la tengo. Sí, bueno, pues el Señor me pasó por el corazón. Encendió una brasa en mi alma que realmente no pude apagar y eso que lo intenté. Tengo que decirte que lo intenté porque yo no quería.

Yo procedo de una familia cristiana, una familia que realmente es un tesoro que Dios me ha regalado. Es un tesoro, lo tengo que decir con letras de oro en mi vida. Una familia cristiana que me educó, pero yo veía que la fe no… Yo no veía resultados en las personas que se decían creyentes y eso provocó en mí una búsqueda de la verdad.

Después, el pasar mucho tiempo, como era buscadora, me encontré con un libro de San Manuel sobre el abandono de los sagrados acompañados. Y yo, como veía eso en mi entorno, empecé a leer, empecé a pasar tiempo ante el Sagrario para ver si realmente ahí había alguien o algo. Oye, que me encontré con alguien. Me encontré a mí misma y empecé, no sabía orar, y empecé sin darme cuenta a decir tú que estás ahí viéndolo todo. Empecé a orar hablando con un tú que descubrí que era el Señor.

Estaba tan impresionada de lo que había descubierto, que yo quería transmitir a todo el mundo que me había encontrado con la Verdad, que había encontrado a Cristo.  Y ahí entendí que me estaba llamando a una vida contemplativa, orante, ante el Sagrario y, a la vez, a una vida misionera, eucaristizadora, que anuncia a los demás la verdad que yo había sentido y que siento. Gracias a Dios sigo sintiendo.

  • Bueno, pues menudo fichaje hizo el Señor contigo, porque te expresas de maravilla, es un gusto escucharte hablar y todo lo que transmites. A través del testimonio es como el Señor, a veces, llega a nosotros.

Creo que sí, creo que la Iglesia, la sociedad, necesita volver a las fuentes del contacto presencial con Aquel que nos ama, ir a lo esencial, porque nos estamos intentando curar desde las ramas y eso no funciona, hay que ir a la raíz. Vayamos a la raíz que es Cristo, que se ha hecho comida para que ella sea alimentada y fortalecida, que se ha hecho camino para que no ande descarriada, que se ha hecho agua viva, para que no tenga sed, que se ha hecho puerta para que no esté encerrada. Yo creo que esto es importante en nuestra sociedad y, aquí en Lugo, tenemos el gran privilegio de que el Señor está expuesto día y noche y está gritando en el silencio sonoro de la Catedral: no estéis cansados y agobiados que yo mismo, en persona, os voy a aliviar.

  • Pues ya no puedo añadir nada más a tus palabras, nada más que agradecerte muchísimo este ratito de conversación. Muchísimas gracias.

Un placer, gracias.

Conferencia: “Presencia y Compañía”

Aprovechando esta visita, Maria del Valle Camino, impartió una conferencia en la Catedral que llevaba por título “Presencia y Compañía”, en la que quiso compartir su fe y como entiende la presencia ante el sagrario: “Estemos presentes con todo nuestro ser, con toda nuestra imaginación, con todo nuestro corazón, presentes totalmente y, a la vez, atentos porque podemos correr el riesgo de tener presencia física y nuestro corazón estar lejano. Hoy el Señor sigue queriendo decirnos algo, hoy el Señor sigue diciéndonos algo”.

Sobre la ciudad de Lugo: “La ciudad de Dios. Podríamos decir que es un lujo. Podríamos decir que es una gracia vivir en la ciudad del Santísimo Sacramento, vivir donde vive Dios. Lugo, yo diría, la tempranera de la fe, puesto que se considera que ya desde el primer siglo del cristianismo recibió el Evangelio y fue reconocida en el siglo VI como la sede más importante de la península ibérica”.

Sobre la Catedral de Lugo: “Cada peregrino, y todos somos peregrinos, que llegue puede ver la preciosidad de la Catedral, pero hay unos ojos que están abiertos y una Madre con ojos grandes que cada vez que traspasamos la puerta de la Catedral nos acompaña con su mirada misericordiosa y limpia y nos atrae y nos acoge para decirnos “Tú nunca estarás sola, Tú nunca estarás solo, Yo siempre estaré contigo”.

“El amor de Dios es creativo. Nos ha creado a nosotros por amor. Todo amor es creativo. De ahí que surgiera enseguida la necesidad en esta tierra de la exposición permanente del Santísimo en esta Catedral, algo que sigue hasta nuestros días”.

 

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