El AMPA del Colegio de la Milagrosa organizó una charla para padres sobre la identidad digital, la pornografía y redes sociales. El primer punto a tratar era como la familia es el primer agente de prevención de los abusos a menores. El encargado de impartirla fue el director de la Comisión de Atención al Menor de la Diócesis, Carlos Presa.
¿Qué les cuentas a los padres en este tipo de charlas?
La idea es ofrecerles una serie de tips, de ayudas, de consejos, y también entre todos tener un momento de reflexión para ver qué podemos hacer ante esta situación que nos encontramos las familias, los padres, con nuestros menores. Hablamos del uso de las redes sociales, de las pantallas, de los dispositivos. Estamos en un momento en que la tecnología va tan rápido que no nos da tiempo ni a formarnos a nosotros mismos y es necesario que lo hagamos. Los padres son el primer agente que puede proteger, porque las administraciones van lentas. Desde los centros educativos se hacen programas de formación para los menores, pero para las familias se hacen menos, es más complicado y complejo. Estas charlas o encuentros van un poco en esta línea: en poder tener un momento de diálogo, de compartir experiencias y transmitirles todo lo que podamos aportar desde esta comisión de atención al menor.
Imagino que es también algo práctico. Es decir, se les dan consejos concretos o incluso pautas o indicaciones sobre las cosas qué deben observar en sus hijos descubrir si están siendo objeto de algún tipo de abuso, si están accediendo a algún tipo de contenido que no deban…
Eso sobre todo. Porque a veces lo que nos pasa a los padres es que tendemos a negar las cosas: ‘mi hijo no’, ‘mi hijo no entra’, ‘mi hijo no usa’, ‘mi hijo no sabe’. Así que les damos pequeños consejos y orientaciones que van en esa línea. Es decir, hablarles de qué aplicaciones hay, qué tipo de acceso pueden tener los menores, cómo comparten.
Yo pongo a modo de ejemplo una cosa muy sencilla, como son los juegos online que en principio son para menores y no tienen contenido de ningún tipo, pero que tienen un chat interno y, en ese chat interno, pueden comunicarse e interactuar con diferentes personas, que no sabes quiénes son. En principio ponen nombres dan informaciones como “soy un niño de tal Colegio” o algo así, pero no sabemos a ciencia cierta si es o no verdad y, ojalá que no, pero puede ser un adulto con otras intenciones. Tu hijo puede estar chateando con él creyendo que es un niño como él. Entonces, eso es una cosa que a veces los padres no tienen en cuenta. Dicen ‘no, el niño está jugando con la tablet’, ‘es un juego infantil’, y no conocen ese riesgo, por ejemplo.
A través de otras plataformas, como TikTok, tienen acceso a un montón de enlaces y a un tipo de buscador que parece solo es para ver vídeos, o para subir vídeos de bailes, de cositas sin ninguna malicia, pero al utilizarlas los menores pueden buscar y les puede aparecer cualquier tipo de acceso a webs, o a chats…o incluso a través de Instagram pueden acceder a contenido pornográfico que se puede compartir y donde el control es bastante precario. De hecho, los últimos datos dicen que es la aplicación donde más contenido pornográfico se comparte.
Aparte de darles consejos de este tipo, me imagino que también les echarás una mano en cómo gestionar el uso del teléfono de los niños
Esa es una parte complicada y que los padres siempre demandan. Nos preguntan cómo pueden hacer o cómo no van a dejarles el móvil a los niños o cómo no van a comprarles un teléfono cuando el resto de sus amigos lo tienen. Entonces, esa parte de concienciación es la que más me cuesta. Cuando les aconsejo que hasta los 16 un niño no debería de tener móvil me miran raro, pero esa sería la edad ideal. También se les explica que existen los controles parentales y se les enseña a usarlos. Otro consejo es decirles que los dispositivos y las pantallas, igual que los ordenadores, no deben estar en sus habitaciones, sino que tienen que estar en espacios de la casa comunes, como el salón, donde se puede tener control sobre lo que hacen y cómo los usan. Es una parte que sí les cuesta a los padres, pero que a la vez demandan mucho.
María José Campo