Ante la 59ª campaña de Manos Unidas
Queridos hermanos,
El lema de la campaña de Manos Unidas de este año 2018 nos recuerda en primer lugar que no hemos de compartir simplemente lo superfluo, sino ante todo lo que importa: lo que llevamos en el corazón, la inteligencia de la vida y de la sociedad, el ímpetu de nuestro esfuerzo personal.
Esto hacen los miembros de Manos Unidas con su campaña, comunicarnos lo que les preocupa y motiva, lo que provoca que entreguen gratuitamente tiempo de sus vidas y parte de los recursos que poseen.
Al hilo de su testimonio y de sus reflexiones, nosotros mismos somos interpelados, recordamos nuestras convicciones de fe, somos motivados a compartir también preocupaciones, tiempo, recursos. En esta campaña somos invitados, en particular, a ser más conscientes de algunos grandes principios morales de nuestra doctrina social.
En efecto, “que los gobiernos, instituciones internacionales y sociedad civil den prioridad al bien común como objetivo de toda actividad económica” (Manifiesto de Manos Unidas, 2018) es una demanda urgente en nuestro mundo, donde ha caído casi en desuso el término mismo de “bien común”; aunque en él se expresa tanto la victoria sobre el egoísmo y el endiosamiento del dinero, como una inteligencia madura de las dinámicas sociales. Necesitamos recuperar la referencia al bien común en la organización de nuestra vida política, económica y social.
Del mismo modo, es justo también pedir que se promueva el derecho a la alimentación como “condición indispensable para que se puedan cumplir los demás derechos” (Manifiesto 2018).
El acceso a la alimentación es expresión inmediata del derecho a la vida y, por eso, debe ser protegido particularmente. La alimentación no puede ser abandonada simplemente a las fuerzas del mercado, y no debe convertirse en mero objeto de especulación. La responsabilidad política de gobiernos u otras instituciones en la defensa de los derechos humanos fundamentales exige un tratamiento específico del mercado alimentario, destinado a asegurar a todos el acceso a un bien imprescindible para la subsistencia.
En la prioridad dada al bien de la persona y al bien común se manifiesta para los cristianos la caridad misma, que no puede ser ajena a la verdad (Benedicto XVI) y, por tanto, a la comprensión de la realidad según todos sus factores, con una consideración preferente de las necesidades de los más pobres.
Así pues, tomar mayor conciencia de que la alimentación es parte del derecho primario a la vida y no permitir que se convierta en un producto más del mercado o en objeto de especulación es, sin duda, una forma de ejercer la caridad en la verdad.
Por supuesto, contribuyamos también todos en la medida de nuestras posibilidades en los proyectos que nos proponen en esta campaña, destinados a los varios aspectos de la lucha contra el hambre, esa gran injusticia que sigue presente en nuestro mundo.
Y agradezcamos a Manos Unidas que nos ayude a compartir lo que importa, la inteligencia que nace de la fe también en cuestiones sociales, el compromiso vital y nuestros recursos materiales.
+ Alfonso Carrasco Rouco, Obispo de Lugo