LA IGLESIA, COMUNIDAD
DE FE, ESPERANZA Y CARIDAD
Queridos hermanos,
La celebración del “Día de la Iglesia Diocesana” pone ante nuestros ojos, por un momento en directo, la Iglesia que somos, en la que respira nuestra fe, se sostiene nuestra esperanza y se ejercita nuestra caridad cada día.
A lo largo de los años celebramos, oramos, buscamos consejo para nuestra acción, le damos una forma cristiana a la vida en un lugar muy concreto, en nuestra parroquia, en nuestra Iglesia.
En realidad, no podemos ser cristianos más que como miembros de la comunidad de los discípulos del Señor, que es la Iglesia, presente en nuestras vidas, presente en Lugo.
Sin el humus de esta compañía, sin ser miembros de este “Cuerpo” del Señor, no sabríamos guardar la fe y la esperanza, olvidaríamos la alegría de la caridad en las dificultades de la vida. De algún modo experimentamos este riesgo cada día, y también el fuerte sostén que es para nosotros estar en la Iglesia.
Vivir como miembros de esta gran comunidad de fe, esperanza y caridad es particularmente urgente en nuestro tiempo, en que muchas veces oímos proclamar la irrelevancia de la verdad como criterio de vida, la inutilidad de guardar esperanza en el corazón, y el aprovechamiento egoísta del instante, sin más preocupación, como el único programa inteligente de vida.
Pero la alegría del ser y vivir como personas proviene de la fe, la esperanza y el amor. Nada importa tanto como salvaguardar este corazón plenamente humano, y como la comunidad en que podemos realmente vivir así, nuestra Iglesia.
La Iglesia diocesana es el lugar en que recibimos y compartimos lo más importante. Donde aprendemos el ejercicio de la verdadera caridad. Por ello también tantos llaman a nuestras puertas, necesitados de ayuda, especialmente en este tiempo de crisis profunda. Confían encontrar una humanidad capaz de compartir y ayudar.
Vivamos verdaderamente como miembros de la Iglesia, compartamos y colaboremos con ella. Pensemos que dando y compartiendo respondemos a Quien nos ha dado primero y nos ama constantemente, y reafirmamos nuestra confianza y esperanza en Él, en Cristo. Sepamos que sembramos así amor, construyendo aquel lugar que es casa de comunión y hogar de caridad, nuestra Iglesia diocesana.
Que la santísima Virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra, ampare a esta gran familia de la Iglesia en la Diócesis de Lugo, para que sea signo de fe, esperanza y caridad en medio de nuestro mundo.
Con mi afecto y bendición
