LA IGLESIA CON TODOS, AL SERVICIO DE TODOS
Día de la Iglesia diocesana 2013
Queridos hermanos,
En los tiempos y circunstancias de crisis que nos toca vivir, todos necesitamos una renovación de las mentes y de los corazones, y percibimos más o menos claramente su urgencia. Hemos de ser nosotros los protagonistas del cambio, de la construcción de una vida y una sociedad en la que aliente más y mejor el deseo de justicia y de comunión fraterna, en la que importe a cada uno que nadie se quede solo, marginado al borde del camino.
No se trata simplemente de mejores técnicos para organizar el sistema social –ciertamente necesarios–, sino de una forma de vida, de ser personas en todas las relaciones sociales. Negar este protagonismo de la persona y su libertad es ya optar por el camino equivocado, aunque la intención sea instaurar un sistema social perfecto.
Pero la verdadera novedad de mente y corazón se aprende y se consigue en la escuela del Evangelio, escuchando y siguiendo a Jesucristo, recibiendo de Él las lecciones sobre lo que significa el amor, cuál es la verdad de nuestro corazón, qué dignidad y qué esperanza tenemos cada uno; pero también sobre qué necesario es rechazar el pecado, qué dura puede ser la lucha contra el egoísmo del poder humano, que siempre se cierra ante el prójimo y ante Dios, que no llega a amar realmente en esta vida, a preferir la justicia al propio interés, a saber estar al lado del hermano y del necesitado.
Esta escuela para la propia renovación existe y es la Iglesia del Señor. En ella recibimos y aprendemos a amar como Cristo nos ha amado. Recibimos su amor en la Palabra y en los sacramentos, sobre todo en la Eucaristía y en su misericordia constante para con nosotros. Y somos llamados a ejercitar este amor, aprendemos a ponerlo en práctica. Somos acompañados, en comunidad con nuestros hermanos, para poder hacer la obra –en realidad, inmensa, posible sólo por la gracia de Dios– de la renovación de la vida.
Por ello, hemos de crecer siempre en la conciencia y el aprecio a lo que es la Iglesia para nosotros, nuestra Iglesia en Lugo, nuestras parroquias y comunidades. Así es cómo la Iglesia de Cristo habita en nuestras calles y con nosotros. Esta Iglesia concreta, que somos y vivimos, es para todos, está en el medio de la ciudad, caminando con todos, al servicio de todos; es como el signo y el instrumento que Dios nos acerca, para hacer posible una vida nueva, la unidad verdadera entre los hombres, más allá de nuestros egoísmos y divisiones.
Celebremos este día de la Iglesia diocesana con alegría y agradecimiento. Procuremos ser Iglesia, participar en nuestras parroquias y comunidades, para que nuestra existencia, personal y comunitaria, se renueve y sea un lugar de esperanza, en que todos encuentren acogida y ayuda. Colaboremos especialmente en nuestra comunidad concreta, apoyemos a nuestra parroquia, con nuestros bienes y especialmente con nuestro corazón y nuestra palabra, sabiendo que así seremos instrumento personal y vivo en manos del Señor, presencia Suya al servicio de todos.
Que la Santísima Virgen de los Ojos Grandes, que mira con misericordia por los suyos y por todos, nos acompañe y nos proteja maternalmente en nuestras casas, parroquias y comunidades. Que Ella nos ayude a vivir en nuestra Iglesia en Lugo como en nuestra casa y nuestra familia, en la que Jesucristo el Señor es la cabeza y la piedra angular.
