Bendición de los Ramos y procesión de Entrada Triunfal de Jesús en Jerusalén, Plaza Santa María, 11:30 h.
La Semana Santa comienza con el Domingo de Ramos en la Pasión del Señor, que comprende a la vez el presagio del triunfo real de Cristo y el anuncio de la Pasión.
Durante la Semana Santa la Iglesia celebra los misterios de la salvación actuados por Cristo en los últimos días de su vida, comenzando por su entrada mesiánica en Jerusalén.
En este primer día de la Semana Santa, al inicio de la procesión, se bendicen las palmas o ramas de olivo, con las cuales, acompañamos a Cristo en su entrada a Jerusalén. Es costumbre conservar en casa la palma y el ramo de olivo, como un testimonio de la fe en Cristo, rey mesiánico, y en su victoria pascual, también representa la esperanza y la alegría de la salvación que Él trae.
Después de la bendición, se proclama el Evangelio que narra la entrada triunfal de Jesús en la Ciudad Santa de Jerusalén (Ciclo C: Lc 19, 28 – 40).
Durante la procesión, aclamamos a Cristo de la misma manera que fue aclamado a su entrada en Jerusalén: “Hosanna al Hijo de David, bendito el que viene en nombre del Señor, el Rey de Israel. Hosanna en el Cielo”. Jesús es aclamado como el Hijo de David, es decir, como Rey, durante la procesión se cantan cantos apropiados en honor a Cristo Rey, sobre todo los salmos 24 (23) y 47 (46).
El Papa Benedicto XVI (1927-2022) explicaba el significado de esta procesión y la importancia de reconocer a Cristo como rey:
“La procesión es, ante todo, un testimonio gozoso que damos de Jesucristo, en el que se nos ha hecho visible el rostro de Dios y gracias al cual el corazón de Dios se nos ha abierto a todos. es también una procesión de Cristo Rey: profesamos la realeza de Jesucristo, reconocemos a Jesús como el Hijo de David, el verdadero Salomón, el Rey de la paz y de la justicia.
Reconocerlo como rey significa aceptarlo como aquel que nos indica el camino, aquel del que nos fiamos y al que seguimos. Significa aceptar día a día su palabra como criterio válido para nuestra vida. Significa ver en él la autoridad a la que nos sometemos. Nos sometemos a él, porque su autoridad es la autoridad de la verdad.” (Homilía 01-04-2007)
Una vez finalizada la procesión, se celebra la Eucaristía; en la liturgia de la Palabra, se proclama la Pasión del Señor de acuerdo con el ciclo correspondiente (Ciclo C: Lc 22, 14 – 23, 56).
Abraham Avila