La celebración de la Vigilia de la Inmaculada

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El día 7 de diciembre, en la parroquia de San Froilán se llevó a cabo la Vigilia Diocesana de la Inmaculada, presidida por el Obispo de Lugo, Mons. Alfonso Carrasco Rouco.

La jornada comenzó con un encuentro entre los integrantes y miembros de los grupos de laicos presentes en la Parroquia de San Froilán, este encuentro se llevo a cabo a las 18 h, en el salón parroquial.

En punto de las 19:30 comenzó la celebración de la Eucaristía, presidida por Mons. Alfonso Carrasco, acompañado de Miguel Asorey, delegado episcopal de laicos, familia y vida; también estuvieron presentes el párroco, y los sacerdotes que desempeñan su ministerio presbiteral en la parroquia de San Froilán.

En su homilía, Mons. Alfonso comenzó recordando la tradición histórica de la devoción y defensa en España de la Inmaculada Concepción. El centro de la homilía fue la Virgen María, a quien Dios preparó desde el principio para recibir a su Hijo Jesucristo, ya que la Virgen nació sin pecado:  

La Inmaculada Concepción nos anticipa el resultado de la redención de Cristo realizado en la Virgen María, la libertad de pecado (de la Virgen) nos dice dos cosas: la primera, que el pecado nos disminuye; la segunda, lo que nos muestra la Inmaculada Concepción es a lo que estamos llamados, a la santidad.  Esto que en María se realiza, es una promesa para todos.

Mons. Alfonso ponía como ejemplo para ilustrar el significado de la Inmaculada Concepción una fuente de agua, una poza, por la cual pasan muchas aves y se mojan, tienen que esperar hasta quedar secos, esta agua que moja sería el pecado, la Virgen sería como un ave que pasa por esta poza y no se moja.

“La Inmaculada nos invita a confiar en Dios, que cuida de nosotros desde el primer instante, que no nos ha olvidado, que Dios desea de corazón que lo acojamos como lo ha acogido la Virgen”. El Obispo recordó, en palabras del Apóstol Pablo, la elección que Dios ha hecho sobre cada uno de nosotros “nos eligió en Cristo, antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos”. 

El hecho de que Dios haya preservado sin pecado a la Virgen María, así como su camino e itinerario de vida, la convirtió en una fuente de bendición para todo creyente, y en una Madre. Es Madre de Dios, por ella vino la Salvación al mundo, por ella viene la victoria sobre la muerte, porque Cristo nació de ella. Por ella brilló de modo admirable la misericordia en el mundo, por eso es Madre de Misericordia.

Al término de la Eucaristía, inició la Vigilia con la exposición del Santísimo Sacramento. Durante la misma, distintos fieles leyeron meditaciones de la espiritualidad de San Manuel González, las meditaciones eran sobre episodios de la vida de la Virgen María, momentos concretos que vivió junto a su Hijo. Mons. Alfonso predicó centrándose en la especial y particular vocación de la Virgen María.

Al término de la Vigilia, hubo un momento de convivencia para todos los asistentes en el salón parroquial.

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