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La misa de réquiem y la secuencia «Dies irae»


“Escucha, Señor, nuestras súplicas
para que, al confesar la resurrección
de Jesucristo, tu Hijo,
se afiance también nuestra esperanza
de que todos tus hijos resucitarán.”

Así reza la oración colecta de la misa del 2 de noviembre de la conmemoración de todos los fieles difuntos. En nuestra diócesis, en todas nuestras parroquias y capillas celebramos con cariño este día, recordando a nuestros seres queridos con los ojos, a veces llenos de lágrimas, pero también llenos de esperanza, confesando la resurrección de Jesucristo.

Gracias a las pinturas rupestres practicadas por nuestros ancestros conocemos los primeros ritos funerarios que se remontan en el tiempo varios cientos de siglos. Ambos hitos tienen como factor común la capacidad de representar simbólicamente la realidad. Desde entonces, y hasta nuestros días, el recuerdo de nuestros difuntos y el arte han ofrecido al hombre una ventana al cielo.

La cualidad inmaterial de la música nos impide conocer las músicas que acompañaron los ritos funerarios anteriores al siglo IX en cualquier parte del mundo. De esta época proceden, sin embargo, los primeros códices de canto gregoriano, o canto litúrgico de la Iglesia romana, que permiten reconstruir musicalmente los ritos funerarios practicados en el Occidente católico durante la Alta Edad Media. Éstos contienen los cantos correspondientes a la misa de difuntos, denominada también «réquiem» por la utilización del término descanso dentro de la fórmula “requiem aeternam dona eis Domine”, dales el descanso eterno, Señor, al inicio del introito, canto de apertura de la misa y del gradual canto que se entonaba después de las lecturas.

La misa de difuntos se diferencia en algunos aspectos de las misas comunes. Al igual que las misas correspondientes a la Cuaresma, la misa de difuntos tiene un caracter sobrio y penitencial. No incluye los cantos del Gloria ni del Credo entre los cantos del ordinario. Sustituye el aleluya por un canto llamado “Tracto” en el que los versículos del salmo se entonan uno detrás de otro. Los cantos específicos de la misa de difuntos son el Introito “Requiem aeternam” y el Gradual, el Tracto “Absolve Domine”, la Sequentia “Dies Irae”, el ofertorio “Domine Jesu Christe”, el canto de comunión “Lux Aeterna”, los responsorios “Libera me, Domine” y «Subvenite Sancti Dei» y las antífonas “In Paradisum” y “Ego sunt resurrectio”.

Incluye dos responsorios y dos antífonas que acompañan el levantamiento y transporte del cuerpo que, aunque no forman parte de la misa propiamente dicha, completan las exequias fúnebres.

Al igual que otras importantes misas medievales, la misa de difuntos incorporó en el siglo XIII un canto perteneciente a un nuevo género, la secuencia, que, con el tiempo, se convirtió en el más emblemático de sus cantos: el «Dies irae».

Los primeros textos y melodías de secuencias conservados por escrito son de finales del siglo IX, es decir de la misma época de las primeras notaciones musicales de canto llano. La sequentia servía a los cantores para memorizar más fácilmente los largos melismas del aleluya, transformadolos, gracias al nuevo texto, en un canto.

La secuencia «Dies irae» de la misa de difuntos es hoy en día no solo el canto más célebre de la misa de difuntos gregoriana, sino también una de las secuencias más conocidas del repertorio. Compuesto en el siglo XIII por el franciscano Tomás de Celano, el poema habla del rigor con que Dios presidirá el Juicio Final, con la trompeta convocando las almas ante el trono donde los puros serán redimidos y los pecadores serán arrojados a las llamas eternas.

Esta secuencia cuenta con 18 estrofas (Pincha AQUÍ)

La Iglesia que es madre y cuida de sus hijos, sobre todo en los momentos más difíciles de dolor y angustia, como cuando estamos frente a la muerte y ausencia de nuestros seres queridos, nos regala un texto litúrgico con el cual expresar el duelo, la ausencia y sobre todo la esperanza y el anhelo de la vida eterna. La música de réquiem hace que este momento tan duro para el cristiano se convierta en oración y súplica a Dios.

Escucha "Dies irae"  AQUÍ