La Santa Iglesia Catedral Basílica de Lugo

Lo último del obispo


La Santa Iglesia Catedral Basílica de Lugo, edificio central de la Diócesis de Lugo localizado en el interior del recinto amurallado, es considerada como una de las “joyas” de la arquitectura histórica de Galicia, destacando por ser una delicada amalgama de estilos, donde el Románico inicial del siglo XII se mezcla, sin perder armonía, con el Barroco de los siglos XVII y XVIII, uniendo en su conjunto obras del más puro Renacimiento gallego o el Neoclasicismo que impregnó los principales edificios de España durante los siglos XVIII y XIX.

 

EDAD MEDIA

Pinjante

La Diócesis de Lugo tiene su origen en los propios orígenes de la Iglesia Católica, presentado la imagen de San Capito (siglo I) en la catedral, con su efigie visible en la fachada principal o en el coro, como primer obispo y siendo considerado como discípulo del apóstol Santiago el Mayor. La extensa historia de esta basílica tiene a lo largo de la Edad Media episodios clave como la exposición del Santísimo Sacramento “en tiempos del rey Theodomiro” o la actuación del obispo Odoario durante el siglo VIII, paso previo a San Froilán, Patrón de Lugo, que desde su nacimiento en la primera mitad del siglo IX en el lucense Regueiro dos Hortos partió camino del Bierzo para terminar siendo nombrado obispo de León por aclamación del pueblo.

Los orígenes románicos de la Catedral de Lugo son expuestos por el canónigo Juan Pallares Gayoso en su libro Argos Divina, recordando un contrato del año 1.129 del maestro Raimundo de Monforte. El edificio fue evolucionando a lo largo de la Edad Media manifestándose en obras como el Pantocrátor o el pinjante eucarístico que presiden la portada Norte. Destacan también entre las piezas medievales del templo el sepulcro de Santa Froila, actualmente en la capilla de San Froilán, o el acróstico de Odoario, sito en la entrada Este. Las modificaciones medievales llegan a su fin con la construcción de la girola durante la segunda mitad del siglo XIV, durante el obispado de don Pedro López de Aguiar, donde la profusión de arcos apuntados nos remite a un nuevo lenguaje artístico, el Gótico, presente también en la capilla de los Reyes, actualmente parte Este de la capilla del Pilar.

 La original planta de cruz latina que presentaba la basílica lucense fue evolucionando con el paso del tiempo, primero con la construcción de una girola y posteriormente con un alargamiento hacia la zona Oeste, uniéndosele otras secciones como el claustro en la zona Sur, la Torre de las Campanas en la zona Norte o la nueva capilla de San Froilán, construcción de finales del siglo XVIII que albergó las parroquias de San Pedro y Santiago antes de que estas tuviesen su distribución actual en la ciudad de Lugo, todo ello configurando un edificio cuya relevancia histórica le ha llevado a ser considerado Bien de Interés Cultural desde 1931 e incluido dentro del Patrimonio Mundial de la UNESCO desde 2015, como bien vinculado a los Caminos del Norte de Santiago de Compostela.

 

EDAD MODERNA

Primero con la construcción de una girola y posteriormente con un alargamiento hacia la zona Oeste, uniéndosele otras secciones como el claustro en la zona Sur, la Torre de las Campanas en la zona Norte o la nueva capilla de San Froilán, construcción de finales del siglo XVIII que albergó las parroquias de San Pedro y Santiago antes de que estas tuviesen su distribución actual en la ciudad de Lugo, todo ello configurando un edificio cuya relevancia histórica le ha llevado a ser considerado Bien de Interés Cultural desde 1931 e incluido dentro del Patrimonio Mundial de la UNESCO desde 2015, como bien vinculado a los Caminos del Norte de Santiago de Compostela.

 

El siglo XVI

La Edad Moderna fue el periodo de mayor evolución de la Catedral de Lugo, comenzando con el siglo XVI, cuando durante el primer tercio de ese periodo Juan de Álava elevó el nártex de la puerta Norte, en tiempos del obispo don Martín Tristán Calvete.

Durante la primera mitad de este siglo se construyó el retablo de la Capilla Mayor, obra de Cornielles de Holanda, de un destacado estilo Plateresco. Este retablo fue trasladado en 1767 por Agustín Baamonde a los frentes de los testeros del transepto, ubicando el antiguo expositor del Santísimo Sacramento en el testero Sur, justo debajo de la escena de la Natividad. El testero Norte está presidido por la Crucifixión de Jesús, con Gestas y Dimas a su lado, pudiendo localizar entre las escenas bíblicas de este retablo los episodios de la Transfiguración en el Monte Tabor o la Última Cena, configurando una de las obras más destacadas de la retablística renacentista de Galicia.

A partir de 1575, ya con el prelado don Fernando de Vellosillo al mando de la Diócesis de Lugo, se construyó la parte superior de la Torre de las Campanas, trabajo de Gaspar de Arce “el viejo”, máximo representante de la escuela de maestros de cantería de la Merindad de Trasmiera (Cantabria) que trabajaron en Lugo durante el último cuarto del siglo XVI y primera mitad del XVII, con ejemplos destacados como Hernando de la Portilla (Seminario Conciliar de Lugo), Simón de Monasterio (Hospital de San Bartolomé) o Gonzalo de la Bárcena (fuente de Porta Miñá).

 

El siglo XVII

El siglo XVII supone para la Basílica de Lugo uno de los periodos de mayor evolución, siendo además la época en la que se instauró la Ofrenda del Antiguo Reino de Galicia al Santísimo Sacramento, ceremonia todavía hoy muy viva, que durante el año 2019 celebró el 350 aniversario de su instauración.

1621-1630

Obras como el retablo de San Froilán de Juan Martínez Barahona o el pórtico de cantería de Juan de las Tijeras sirvieron de perfecto prolegómeno para la primera gran obra de este siglo: el coro de madera de nogal de Francisco de Moure, lugar donde su genial cincel concibió las efigies de santos como San Froilán, San Capito o Santiago Apóstol, todo ello englobado en las corrientes artísticas que emanaban de las disposiciones del Concilio de Trento. La ubicación del coro en la nave central condicionó de manera drástica el propio espacio del templo, manteniéndose en su localización original hasta nuestros días, hecho singular entre los coros de las catedrales de España. El estilo que Francisco de Moure imprimió a las figuras de la sillería del coro es considerado por los principales especialistas como la puerta de entrada del estilo Barroco en Galicia, uno de las etapas artísticas más destacadas de la historia de esta comunidad.

1669

La etapa central del siglo XVII no presenta ninguna obra relevante, pero sí la instauración en la ciudad de A Coruña de la Ofrenda del Reino de Galicia al Santísimo Sacramento, que año tras año se viene celebrando en esta basílica el domingo posterior a Corpus Christi. La pobreza económica de esta diócesis tenía una de sus manifestaciones en no tener la exposición del Santísimo Sacramento con la dignidad necesaria. Los 30.000 ducados que el Reino de Galicia donó durante ese año 1669 suponen un paso más en la veneración que esta comunidad tiene al Sacramento de la Eucaristía y que muestra de forma elocuente en su propio escudo.

1678-1688

En 1678 se eleva la nueva sacristía anexa al brazo Sur del transepto, esta obra es ideada por el maestro Domingo de Andrade, una de las máximas figuras del Barroco Compostelano y supone la introducción de este estilo en la catedral. En 1683 este mismo maestro fue el responsable de construir la nueva sala capitular, la cual muestra su estética barroca de forma más manifiesta en el lado Oeste del claustro. Domingo de Andrade también formuló la reforma de las naves, trabajo dirigido por Pedro de Arén y sufragado en parte por el dinero donado por el Reino de Galicia. Este conjunto de obras son consideradas como la antesala del Barroco más puro, representado por el maestro de la Catedral de Santiago de Compostela Fernando de Casas Novoa y sus colaboradores.

 

El siglo XVIII

1708-1714

El siglo XVIII en su primer tercio supuso la consolidación del Barroco Compostelano dentro de la arquitectura del edificio, primero con la reconstrucción del claustro, ideado por Fray Gabriel de Casas originalmente en la primera década del siglo, pero donde destacó Fernando de Casas Novoa como principal maestro, siendo esta su primer trabajo como director de obras tras haber entrado en contacto con la Catedral de Lugo como aparejador de Fray Gabriel de Casas, hasta el fallecimiento de este en 1709. La exuberancia decorativa que presenta este claustro se mezcla con el clasicismo propio de su concepción original, siendo considerado en su conjunto como una de las joyas de la arquitectura religiosa barroca de Galicia.

1726-1736

El estilo Barroco de Fernando de Casas Novoa llega a su máxima expresión con la capilla de Nuestra Señora de los Ojos Grandes, sita en la zona central de la girola, que entre 1726 y 1736 unió los esfuerzos de genios como Lucas Ferro Caaveiro, José Antonio García Bouzas, Miguel de Romay o el ya citado Fernando de Casas Novoa.

La capilla presenta una planta de cruz griega con un tabernáculo de madera sufragado por el obispo don Manuel Santa María Salazar. En el centro se sitúa la bellísima imagen medieval de Nuestra Señora de los Ojos Grandes, Patrona de Lugo.

El conjunto arquitectónico, pictórico y escultórico que presenta esta capilla es considerado como uno de los más bellos exponentes del Barroco Compostelano, siendo uno de los espacios de exaltación mariana con mayor devoción de la Diócesis de Lugo.

1764-1769

Tras una larga etapa de vacío de grandes reformas en el templo durante las décadas centrales del XVIII, se acometieron entre 1764 y el final del siglo toda una serie de reformas que se centraron en dos localizaciones: la Capilla Mayor y la fachada del Buen Jesús. La reforma de la Capilla Mayor fue ideada por Carlos Lemaur y supuso una mutación tanto de su estructura como de los elementos que la componían: el antiguo retablo renacentista que presidía esta capilla fue trasladado a los frentes de los testeros y en su lugar se puso un tabernáculo de mármol, ejecutado por el maestro José de Elejalde entre 1766 y 1768, colocando en 1772 la actual custodia, donación del prelado don Juan Sáenz de Buruaga. En esos mismos años se acometió la decoración pictórica bajo el pincel de José Terán, destacando las pinturas de la bóveda, recientemente restauradas tras siglos de deterioro, que actualmente luce con todo el brillo que fue ideada.

1769-1785

Tras la reforma de la Capilla Mayor se acomete la construcción de una nueva fachada principal bajo los diseños de Julián Sánchez Bort de marzo de 1769. El maestro que dirigió esta obra fue de nuevo José de Elejalde, pero la falta de fondos económicos suficientes hizo que esta fachada tuviese que paralizarse en 1775. En 1783 el maestro de la Catedral de Santiago de Compostela Miguel Ferro Caaveiro acometió el cerrar la fachada principal, sin las torres, y acondicionar las bóvedas que unían la nueva fachada a las naves de la catedral, es en ese momento en el que se realizan las efigies de San Mateo, San Juan, San Lucas y San Marcos, así como las de San Froilán y San Capito de la parte inferior, todas ellas bajo la mano de Santiago Quatrigas Baamonde. La falta de recursos económicos no permitió ver el imafronte rematado como había sido concebido por Sánchez Bort, quedando pendiente hasta el último cuarto del siglo XIX.

 

EDAD CONTEMPORÁNEA

 

El siglo XIX

1802-1817

Durante la Edad Contemporánea la catedral vio ralentizada su evolución, no aumentando ni a lo largo ni a lo ancho, como sí lo había hecho durante los siglos de la Edad Moderna (XVI a XVIII). El siglo XIX comienza con la proliferación de altares de estilo Neoclásico siguiendo el camino que Manuel de Luaces había iniciado en la nueva capilla de San Froilán: el Buen Jesús, San José y Santa Lucía, todos ellos diseñados por Manuel de Prado y Mariño y ejecutados por Antonio Puente. Los altares de San Antonio y San Juan Nepomuceno, así como el de la Virgen del Pilar, siguen esta misma línea, siendo en este caso obra del propio Manuel de Luaces.

1879-1883

La última gran obra de la Catedral de Lugo es la elevación de las dos torres de la Fachada del Buen Jesús, donde el arquitecto diocesano Nemesio Cobreros Cuevillas adaptó los diseños existentes para proponer una solución ecléctica que pudiese ver la fachada principal finalizada. La obra se inició en 1879 y se dio por finalizada en 1883, englobando de esta manera el templo lucense el conjunto de reformas que este arquitecto hizo en la ciudad, entre las que se encuentran el nuevo Seminario Diocesano, la Torre del Reloj del Ayuntamiento de Lugo o la “Vieja Cárcel”, así como varias puertas de la muralla como la del obispo Izquierdo.

1896

En 1896 la Catedral de Lugo es elevada al rango de basílica menor por la bula Inter Ceteras, mismo año del II Congreso Eucarístico Nacional celebrado en agosto en la “Ciudad del Sacramento”, destacando previamente la colocación de las nuevas vidrieras de la Capilla Mayor, realizadas por los talleres Hijos de Eudaldo Ramón Amigó, uno de los más importantes de España en aquellos momentos, cuyos trabajos son visibles en los principales templos católicos de España.

 

El siglo XX

El siglo XX no supuso una gran mutación para una Catedral de Lugo que contempló como Nuestra Señora de los Ojos Grandes fue coronada canónicamente el 15 de agosto de 1904, o como el año siguiente le era concedido al Cabildo el privilegio de utilizar su característico hábito prelaticio, así como poco después el edificio catedralicio se separaba del Palacio Episcopal por la demolición de la unión entre la Torre de las Campanas y el brazo Oeste del palacio.

Los trabajos de Pons Sorolla en Galicia también tuvieron en la basílica lucense un ítem destacado, proyectando diversas intervenciones de mantenimiento o rehabilitación que han permitido que la Fábrica románica llegue visible hasta nuestros días. Es especialmente destacable la intervención de Pons Sorolla en la Plaza de Santa María, rebajando su altura considerablemente a mediados del siglo XX, produciendo una distorsión en las dimensiones del templo con respecto a su concepción original.

Durante el año 2017 se inauguró la nueva propuesta museográfica del Museo Diocesano Catedralicio de Lugo, el cual alberga piezas tan destacadas como el Crismón de Quiroga o la custodia donada por el obispo don Diego Castejón en 1636, conformando el conjunto del museo un lugar privilegiado dentro de la propuesta cultural de la ciudad de Lugo.

En el año 2029 se celebrarán los 900 años de historia del actual edificio, un templo donde cada piedra refleja la identidad cristiana de esta secular comunidad católica que tiene en el privilegio de la exposición del Santísimo Sacramento en el Altar Mayor uno de los hechos más reconocidos, donde actualmente el culto continúa vivo, manifestándose cada día en los cultos ordinarios o en ceremonias muy arraigadas a esta comunidad de fieles como la Semana Santa o la ya citada Ofrenda del Reino de Galicia al Santísimo Sacramento.
 

Saber más en https://catedraldelugo.es/

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