En este Año Jubilar 2025 la Iglesia nos recuerda el Amor del Señor, y nos exhorta, en particular, a creer en el perdón y la reconciliación, en la victoria sobre el mal, a dejar atrás el pecado, presente también en nuestra vida. Pues el pecado que tengamos no nos define; sino que, en realidad, nos es ajeno, no nos conduce a nuestra verdadera meta, ni da sentido y fecundidad al tiempo que Dios nos pone a disposición. Las riquezas de gracia de este Año, que permiten ganar la indulgencia plenaria, e incluso por un difunto, nos recuerdan nuestro horizonte verdadero: la plenitud de nuestras personas, libres del mal, unidas al Señor, participando de su Amor y de su gloria.