Durante el Sábado Santo la Iglesia permanece junto al sepulcro del Señor, meditando su Pasión y Muerte y esperando en oración su Resurrección.
No se celebra la Eucaristía, pero se recomienda la celebración del Oficio de Lectura y Laudes.
No se puede distribuir la sagrada comunión, a no ser en caso de viático (ante peligro de muerte). No se celebra el matrimonio, ni se administran otros sacramentos, excepto la penitencia y la unión de los enfermos.
El altar queda desnudo hasta después de la solemne Vigilia pascual.
La celebración junto a la Virgen de la Soledad
En este día, se recomienda la celebración en las parroquias e iglesias del Oficio de Lectura y Laudes con participación de pueblo. Cuando esto no sea posible, se puede hacer una celebración de la Palabra o un ejercicio piadoso que corresponda al misterio de este día.
Se puede exponer en la iglesia, a la veneración de los fieles, la imagen de Cristo crucificado, o en el sepulcro, o descendiendo a los infiernos, ya que ilustran el misterio del Sábado Santo, así como la imagen de la Santísima Virgen de los Dolores.
Hoy la Iglesia se abstiene absolutamente del sacrificio de la Misa. La sagrada comunión puede darse solamente como viático. No se conceda celebrar el matrimonio, ni administrar otros sacramentos, fuera de la penitencia y la unción de los enfermos.
Los fieles han de ser instruidos sobre la naturaleza peculiar del Sábado Santo. Los usos y tradiciones de fiestas vinculadas con este día, a causa de la antigua anticipación de la Vigilia del Sábado Santo, deben desplazarse a la noche y al día de Pascua.